Tuvimos que terminar abruptamente con las actividades de la segunda quincena de enero. Se decretó cuarentena a partir del 14.1, por lo que el jueves 15 y viernes 16 nos quedamos con las ganas de jugar.
Tras un mes “encerrados”, “en pausa”, “vacaciones”, “tiempo familiar” o como queramos sentirlo, volvimos a fase 2, que consideramos como tener alas nuevamente. La sensación de plenitud de volver a compartir al aire libre, vivir la vida como debiera ser (incluso con virus), acompañar el aprendizaje, nos inunda. Contamos con el apoyo de la municipalidad, que nos brindó un gran espacio en el Parque Saval, en que los niños y niñas pueden jugar seguros y libremente.
La necesidad de sentir la libertad (aunque sea con mascarilla) es tan grande, que rápidamente la jornada de la mañana se llenó de amigos/as que ya conocíamos y otros que tendríamos la suerte de conocer. Decidimos aprovechar también las tardes con un grupo más pequeño de niños/as, varios de los que asistirán al Jardín del Club durante las mañanas de 2021. Que suerte de comenzar a conocernos y vincularnos anticipadamente.
Los días partían temprano, preparándonos para la llegada de los niños, instalando nuestra gran manta de picnic y elementos sueltos, tal como cuerdas, palos, palitos, piñas y troncos que sirven para cualquier propósito. A las 9:15 comenzaban a llegar para jugar libremente por largo rato. Saltar de tronco en tronco, apilar y lanzar piñas, buscar insectos, trepar árboles, correr y todo lo que nos permite el amplio espacio natural. Luego con los pequeños nos juntábamos en un círculo para saludarnos y cantar canciones. El infaltable cuento de Mariana introducía el tema del día: frutos comestibles y no comestibles, búsqueda de diversos elementos y posibilidades de clasificación, búsqueda de insectos o ranitas, experimentos científicos, armar figuras con elementos del entorno y mucho más. Todo lo anterior implicaba largas caminatas y observación.
El grupo de los más grandes también comenzaban el día disfrutando del juego libre, cada día los/las niñas fueron explorando y encontrando nuevos lugares de juego que nos ofrecía el bosque y fueron haciéndose de nuevos amigos. Luego de la colación partían las caminatas y exploración por el bosque. El primer día descubrieron un lugar mágico en la profundidad del bosque, debajo de un gran y antiguo árbol encontraron “el refugio”. Este se transformó rápidamente en el lugar favorito del grupo, todos los días los niños desarrollaban una tarea para decorarlo y mejorarlo; buscaban ramas y palos para seguir su construcción, fabricaron elementos decorativos con lana y banderines, recorrieron los senderos que estaban a su alrededor para seguir explorando el lugar. Magnífica fue la sorpresa cuando encontraron una huellas enormes cercanas a la entrada y que los hizo plantear diversas hipótesis, la más comentada fue que pertenecían al Señor del Bosque. Cuando el refugio ya estaba casi listo invitaron a los niños/as más pequeños para que lo conocieran. Fabricaron y pusieron señalética para indicar el camino, limpiaron la entrada del refugio con unas ramas que usaron de escobas y ordenaron el lugar para recibir con mucho orgullo a sus visitas. Los pequeños pudieron seguir perfectamente las pistas hasta llegar a la profundidad del bosque y conocer el refugio. Fue un momento muy especial para todos.
El último día de taller cerramos con broche de oro, el papá de Gael nos prestó unas trampas y logramos conocer algunos habitantes de la laguna, logramos pescar unos pequeños peces (braquigalaxias) y un camarón. Los niños/as y adultos maravillados con esta sorpresa pudimos conocerlos y observarlos desde muy cerca.
¡Los esperamos en nuestros talleres que desarrollaremos diariamente durante todo el año!
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